Resumen:
Los coronavirus (CoV) son una gran familia de virus causantes de enfermedades que pueden ir desde algo simple como el resfriado común hasta las más complejas y graves enfermedades como el Síndrome Respiratorio del Medio Oriente (MERS-CoV) y Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS-CoV) (1). En diciembre de 2019 emerge un nuevo coronavirus (SARS-CoV-2), el cual es causante de una nueva enfermedad que se denominó COVID-19, misma que ha generado una emergencia sanitaria y una crisis global rápidamente (1). El brote de SARS-CoV-2 se informó por primera vez en Wuhan, China, a finales de diciembre de 2019. En un inicio, la enfermedad surgió como neumonía viral de origen desconocido, el Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades, el día 07 de enero de 2020, identificó el virus como un nuevo coronavirus, por una muestra tomada con hisopo de la garganta de un paciente infectado, además, la OMS declaró la enfermedad como una emergencia de salud pública y de preocupación internacional en enero 2020, el 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud lo declara una pandemia y para el 6 de abril de 2020, a nivel mundial, había más de 1.2 millones de casos confirmados de COVID-19 y 67,000 muertes en 209 países(1).
La OMS así como diversas instituciones internacionales coinciden en que la prevención juega un papel sumamente importante dentro de esta pandemia para reducir y frenar los contagios y lograr de esta manera un control de la enfermedad a futuro, así como detener el avance de ésta y sus posibles complicaciones (1).
La Secretaría de Salud en México considera que el EPP funge como una herramienta fundamental para limitar el riesgo de adquirir la enfermedad durante la atención de primer contacto con pacientes sospechosos o con diagnóstico de enfermedad infectocontagiosa, como lo es COVID-19. Por lo cual resalta la importancia de conocer los elementos que conforman el EPP y su correcta utilización, ya que aumenta la protección y disminuye el riesgo de contagios.