Resumen:
Introducción
Tanto la producción como el empleo de productos químicos va en franco incremento, el
último reporte del Chemical Abstracts Service (EPA, 2021), señala que se han registrado más
de 144 millones de sustancias químicas tanto orgánicas como inorgánicas y cada día se suman
aproximadamente 12,000 compuestos nuevos (American Chemical Society), los países que
más compuestos químicos producen son aquellos que no son miembros de la Organización
de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), se estima que éstos fueron responsables
del 31 % de la producción mundial de sustancias químicas (IPCS, 2017).
Esto es preocupante dado a que la OMS, considera que el 25 % de las enfermedades a nivel
mundial están asociadas a factores medioambientales, incluidas la exposición a compuestos
químicos tóxicos. Se estima que aproximadamente, 355,000 personas mueren en el mundo
por intoxicaciones accidentales, de éstos, dos terceras partes son eventos que se presentan en
los países en desarrollo, ya sea por su uso inadecuado o excesivo o por el empleo de
compuestos prohibidos en los países más desarrollados, siendo en todos los escenarios la
población infantil la más afectada (OMS 2006; IPCS, 2017).
Entre estos compuestos químicos están los ftalatos, éstos son plastificantes que se añaden a
los plásticos para aumentar su flexibilidad, transparencia y durabilidad. Estas sustancias
tóxicas se pueden encontrar en una amplia gama de productos, incluidos adhesivos y
pegamentos, productos electrónicos, dispositivos médicos (Csiszar et al., 2016; Jolliet et al.,
2015; PROGRAMA INTERNACIONAL SOBRE SEGURIDAD DE LAS SUSTANCIAS
QUIMICAS (IPCS), 2017), tubos, empaques, en recubrimientos entéricos de formulaciones
farmacéuticas, cosméticos, juguetes para niños y material para el empaque de alimentos (U.S.
Environmental Protection Agency (EPA), 2012).
Dado a que los ftalatos no están unidos químicamente al material plástico, éstos pueden
migrar fácilmente a los alimentos durante su envasado, reprocesamiento y/o conservación;
por lo que la principal fuente de exposición a estas sustancias tóxicas es mediante la ingesta
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de alimentos contaminados con ftalatos. Diversos reportes en la literatura han demostrado
que estos compuestos químicos están asociados con una serie de problemas de salud, como
asma, trastornos endocrinos, anomalías reproductivas, cáncer, bajo peso al nacer, autismo y
trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) (Chen et al., 2017; Muñoz et al.,
2018). Debido a su riesgo para la salud humana y el medio ambiente, ciertos ftalatos han sido
identificados como sustancias peligrosas prioritarias por la Unión Europea (UE), la Agencia
de Protección Ambiental de EE. UU. (EPA) y otras organizaciones internacionales (Li &
Suh, 2018).
Con base en el principio precautorio, la OMS ha desarrollado una herramienta de evaluación
de riesgos para la salud ambiental y peligros químicos, con el objetivo de identificar, adquirir
y emplear la información elemental para valorar los peligros químicos por la exposición a
sustancias tóxicas; así como para estimar la probabilidad de que se produzcan o no daños a
la salud por su exposición (IPCS, 2017).
Para la evaluación de riesgos, se emplean dosis de referencia de los compuestos de interés
reportadas en la literatura generalmente por dependencias federales como la ATSDR o EPA;
así como también se requiere conocer la concentración de la o las sustancias tóxicas en
matrices biológicas y/o ambientales, siendo ésta una limitante si el interés es evaluar, como
en nuestro caso, una matriz muy específica, de ahí la relevancia de nuestro trabajo, para
realizar el estudio de evaluación de riesgos, fue necesario en primera instancia, desarrollar
un método analítico para cuantificar los ftalatos en alimentos de origen y/o procesamiento
potosino.