Resumen:
El envejecimiento es un proceso natural e irreversible, los conocimientos médicos, la mejoría en la calidad y estilos de vida, avance económico y tecnológico han logrado incrementar la esperanza de vida en casi todo el mundo. Estimaciones globales indican que existen 605 millones de personas mayores de 65 años y durante los próximos 30 años en Asia y Latinoamérica esto se incrementará hasta en un 300%.
Con el incremento de la expectativa de vida se incrementan las enfermedades no comunicables o silenciosas y no transmisibles: cardiopatía isquémica, hipertensión, diabetes mellitus tipo 2 (DM2), cataratas, incontinencia urinaria, osteoartritis, y ciertos tipos de neoplasias1. Actualmente la obesidad es considerada la principal causa de estas enfermedades no transmisibles y silenciosas2.
La obesidad es un problema de salud pública que ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial, no se asocia únicamente a las alteraciones cardiovasculares, en el adulto mayor se relaciona además con enfermedades crónicas que condicionan deterioro funcional y eventualmente la muerte.
Para 2025 el más del 18% de los adultos a nivel mundial serán obesos. La obesidad se define como incremento de la masa grasa que afecta la salud. La obesidad central que se acompaña con un bajo grado de inflamación en el tejido adiposo se considera como un componente detonante del síndrome metabólico, el cual se caracteriza por la presencia de dislipidemia, hiperinsulinemia, hipertensión, hiperglucemia, por ello, se considera la obesidad como un promotor de disfunción sistémica metabólica. Y los estudios recientes la relacionan también con alteraciones neurológicas como deterioro cognitivo y demencia3.
Sin embargo las alteraciones metabólicas ya mencionadas no se presentan en todos los individuos obesos, lo que obliga a la clasificación de obeso metabólicamente sano, estos incluyen del 3 al 57% de la población obesa4. Los obesos metabólicamente sanos son aquellos individuos obesos que presentan un perfil metabólico adecuado, altos niveles de sensibilidad a la insulina, baja prevalencia de hipertensión y perfil lipídico e infamatorio normales. Las consecuencias de salud a largo plazo de estos individuos permanecen poco claras, pero la obesidad por si misma conlleva un alto riesgo de mortalidad1,4.
Además de su asociación con morbimortalidad cardiovascular, ha llamado la atención la relación que existe entre obesidad y función cognitiva, evidencia clínica y experimental indica que la obesidad y el exceso de alimento se asocian a déficit en aprendizaje, memoria, función ejecutiva y atrofia cerebral. La prevalencia actual de Deterioro Cognitivo (DC) en nuestro país es de 8 a 23%5.
Existen varios estudios en los que se asocia la obesidad con alteraciones y desórdenes neurológicos, realizados en población relativamente joven y envejecida6, sin embargo no se ha encontrado uno en los que se establezca la relación del anciano obeso metabólicamente sano y deterioro cognitivo.
Objetivos principal:
Evaluar si existe asociación del anciano obeso metabólicamente sano con deterioro cognitivo en base a los resultados de la encuesta SABE San Luis Potosí.
Material y métodos
Estudio tranversal retrospectivo analítico basado en los datos de la Encuesta SABE San Luis Potosí 2012.
Los datos de la metodología realizada para la elaboración de la encuesta SABE se encuentran publicados en el reporte en la siguiente dirección electrónica.
http://www.cenaprece.salud.gob.mx/programas/interior/adulto/envejecimiento/proyectoencuestaSABE_modeloinvestigacion.html.
Resultados
Población total encuestada 2304 personas.
45% tienen hipertensión.
21.9% tienen diabetes mellitus.
6.9% tiene algún tipo de cardiopatía (no especificada).
55.5% tiene síndrome metabólico.
15.8% de la población total presenta deterioro cognitvo.
15.5% población total es obesa
14.7% obesos presenta deterioro cognitivo
4.1% población obesa metabólicamente sana.
72.4% población obesa tiene síndrome metabólico.
14.6% población obesa con síndrome metabólico y deterioro cognitivo.
13.6% población obesa metabólicamente sana con deterioro cognitivo.
24.4% población obesa sana (sin síndrome metabólico).
3.6% población obesa sana (sin síndrome metabólico) y deterioro cognitivo.
No se encontró ninguna variable estadísticamente significativa para la relación de obesos metabólicamente sanos con la presencia de deterioro cognitivo.
Conclusiones
La ausencia de salud metabólica en ancianos obesos no se asocia a la presencia de deterioro cognitivo. Y no se encontró ningún factor independiente asociado.
Para la población general se encontró que la presencia de IMC alto, peso más elevado, saber leer y escribir y contar con algún grado de escolaridad, resultan ser factores protectores para la presencia de deterioro cognitivo.
Las principales asociaciones en población general para deterioro cognitivo con la edad avanzada y la presión arterial sistólica elevada