Abstract:
De acuerdo a datos estadísticos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta
el año 2021, el cáncer es considerado la segunda causa de muerte en el mundo,
ocasionando cada año 10 millones de defunciones y una de cada seis defunciones en
el mundo se debe a esta enfermedad. Dentro de las infecciones oncogénicas se
encuentran las causadas por papilomavirus humanos, que, ocasionan el 30 % de los
casos de cáncer en los países de ingresos medios y bajos.1
La incidencia de cáncer cervicouterino se ha incrementado a 18.1 millones de casos
nuevos en el año 2020, se estiman anualmente 604 000 nuevos casos, en los países
en vías de desarrollo y es más alta su incidencia en África oriental y Asia Occidental.
En América Latina el cáncer cervicouterino representa la segunda neoplasia más
común en las mujeres, con aproximadamente 72 000 casos anuales, es decir, 24.3
casos por cada 100 000 mujeres.2
México es el país con la mortalidad más alta por cáncer de cuello uterino dentro de los
países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). En
el año 2017, la mortalidad en el grupo específico de mujeres de 25 años y más fue de
4031 defunciones con una tasa de 11.2 por 100 000 mujeres.3 De acuerdo con datos
de la encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018, sólo 28.9 % de las mujeres de 20
años o más acudió a realizarse una prueba de Papanicolaou para la detección de
cáncer cervicouterino.