Resumen:
La arquitectura del siglo XX, especialmente de la primera mitad de siglo, preocupada por dar respuestas funcionales utilizando materiales de vanguardia como el acero, el cemento y el cristal, forjaba una época donde el racionalismo domina ante cualquier condición; esta arquitectura se alejaba cada vez mas de su sentido artístico, del arquitecto como artífice de obras estéticas.
De ello se deriva la necesidad de búsqueda de nuevas alternativas que permitieran al arquitecto acercarse al usuario y verlo no sólo como parte de un sistema mecanizado o como el operador de una maquina en la cual podía realizar sus actividades, sino más bien como un ser humano con necesidades espaciales y emocionales. La propuesta de la arquitectura emocional se desarrolla bajo esta pauta, pretende ofrecer espacios emocionales al hombre, sin que estos sean el fin último, sino como parte del sistema, el cual a través de sus cualidades o bien características logra generar de forma insospechada emociones psíquicas al hombre. Lo anterior derivado de la condición del arquitecto como artista creativo, y no se deslinda del compromiso de ofrecer espacios funcionales sino mas el arquitecto debe “someter” a la función, a favor de la creación de la emoción, logrando una correspondencia entre la función y la emoción.
En esta investigación que tiene de fondo lo anterior, se habla sobre la propuesta de la arquitectura emocional y la repercusión que tuvo, esto permite que se revalore en la actualidad, puesto que al contextualizar la propuesta en el tiempo en que se desarrolla y analizar el universo creativo de quien la propone, se comprende la importancia que tuvo dentro de la arquitectura mexicana contemporánea. Además, el término “arquitectura emocional” daría nombre a la obra del arquitecto Luis Barragán quien tiene una honda trascendencia dentro de la vida cultural mexicana.