Resumen:
En la obra "Representaciones y contradicciones" de Jack Goody (1999, págs. 1-49), se destaca que la representación constituye un rasgo cultural fundamental en la vida humana y es esencial para la comunicación y la cultura. Al aplicar este abordaje antropológico al estudio de las representaciones sociales de cinco musicoterapeutas sobre la musicoterapia como enfoque no farmacológico en este contexto, la antropología se convierte en un medio para explorar no solo las prácticas culturales, sino también cómo la musicoterapia, se inserta en la sociedad. Las representaciones sociales entre estos profesionales en musicoterapia nos dicen sobre cómo interpretan y presentan la música como herramienta (Goody, 1999) terapéutica, contribuyendo en la construcción de significados culturales en torno a la salud mental. Goody destaca que la representación compone un rasgo cultural inherente para la comunicación y la cultura que constituye la esencia de la comunicación humana. Al aplicar este panorama a la musicoterapia como enfoque no farmacológico, y al analizar las representaciones de cinco musicoterapeutas, la antropología puede descifrar cómo la música, en este contexto, representa no solo sonidos y ritmos, sino también emociones, terapia y bienestar mental. La representación, según Goody, nunca puede ser lo que originariamente representó. Esto se expone en la comprensión de que la musicoterapia, al ser representada por los terapeutas, adquiere significados y matices diferentes, influenciados por la cultura, la historia y la percepción individual. La mimesis, según Goody (1999), se entiende como la imitación del comportamiento humano, destacando que las palabras representan algo por sí mismas más que una simple imitación. Esto puede aplicarse al análisis de cómo los musicoterapeutas utilizan la música para expresar emociones y facilitar la comunicación, destacando la riqueza simbólica de la música en el ámbito terapéutico. Los cambios en los medios de comunicación han llevado a una cultura masificada de representaciones. Aquí, la antropología puede explorar cómo la musicoterapia se presenta en los medios ya sea sociales, educativos, culturales, etc. siendo así como se interpreta y afecta su integración en la sociedad y la aceptación pública. Al estudiar la musicoterapia, la antropología debe reconocer que esta práctica representa más que simplemente notas musicales, sino que representa curación, expresión y conexión humana. La intencionalidad de la representación en la musicoterapia destaca cómo los terapeutas utilizan la música para lograr objetivos específicos, desde aliviar el estrés hasta mejorar la calidad de vida. El proceso de la representación, según Goody, es fundamental para la vida social. En el contexto de la musicoterapia, esto implica no solo la aplicación de la terapia en sí, sino también cómo esta práctica contribuye a la cohesión social y el bienestar general. Goody advierte sobre la posibilidad de confusión entre el significante y el significado. En el contexto de la musicoterapia, esto sugiere la importancia de claridad y comprensión mutua entre musicoterapeutas y pacientes, donde la música puede ser malinterpretada o sobre identificada con el significado deseado. La importancia del estudio de las representaciones sociales para la antropología radica en su capacidad para desentrañar cómo las sociedades interpretan y dan forma a fenómenos culturales específicos, proporcionando perspectivas valiosas para la mejora de la salud y el bienestar en diferentes contextos socioculturales. La musicoterapia, a través del análisis antropológico de sus representaciones, se convierte en un fenómeno cultural y terapéutico intrincadamente entrelazado, enriqueciendo nuestra comprensión de la diversidad cultural y su impacto en la salud mental.